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VIDEOS DE TERROR

Recopilatorio de videos de terror "historia y historia de testigos"

miércoles, 26 de noviembre de 2014

La Muñeca de Porcelana

"¡Mamá, quiero esa muñeca!" Dijo la pequeña Isabel totalmente nerviosa por tener una nueva muñeca. "Volveremos mañana para comprártela, ¿vale? pero recuérdamelo, Isabel" le contestó su madre en la misma tienda de antigüedades.
Historias de miedo: la muñeca de porcelana
Isabel tenía sólo siete años y medio, pero ella podía tener todo lo que le gustaba gracias a su mirada de pena que les ponía a sus padres. Esa misma noche, la pequeña tuvo dificultades para dormirse ya que sólo pensaba en su futura nueva muñeca. Incluso si tenía un brazo menos, era la muñeca de porcelana más bonita que había visto nunca. Ella tenía muchas, pero esa iba a ser la más bonita de su colección.
A la mañana siguiente, Isabel desayunó viendo sus dibujos favoritos, como cada mañana. Había soñado tanto con su muñeca que tenía sueño, estaba cansada y ya no quería esa muñeca. Ya no le gustaba. Así que pasó el día enjugazada con otras cosas y no le recordó a su madre que tenían que ir a por la muñeca, porque ya no la deseaba.
Llegó la noche e Isabel fue a acostarse al piso de arriba. Ella tenía miedo de estar arriba sola, así que su madre subía con ella y se ponía en la habitación de al lado a coser. Una media hora más tarde de haberse acostado, una voz aguda despertó a la niña susurrándole al oído: "Subo 1, 2, 3 escalones..." La pequeña Isabel gritó asustada llamando a su madre: "Mamá, hay alguien en la escalera que hace ruido" Su madre la tranquilizó diciendo que no había nada en absoluto. En cuanto la madre abandonó la habitación, Isabel volvió a oír ese susurro que le dijo "Subo 4, 5, 6 escalones..." De nuevo Isabel llamó a su madre. Su madre le volvió a contestar que se tranquilizara, que sería el ruido del frigorífico.
Pero la pequeña voz continuó subiendo las escaleras: "Subo 7, 8, 9, 10 escalones y ya estoy en el pasillo", repitió la pequeña voz con una risa sarcástica.
A la mañana siguiente, la madre de Isabel se sorprendió de despertarse antes de ella. Pero pensó en las dificultades que había tenido para dormirse y pensó que estaría cansada. Pero transcurrida una hora le pareció raro que aún no se hubiera despertado, por lo que subió a ver cómo estaba su hija. La madre gritó con terror viendo a su hija ahogada en su propia sangre y apuñalada más de 17 veces, con el brazo arrancado y viendo a esa pequeña y adorable muñeca de la tienda de antigüedades con el brazo de su hija como sustituto del suyo.

sábado, 22 de noviembre de 2014

El oso de peluche

¿A ustedes no les dan miedo los osos de peluche? ¿No? Pues a mi si. Y todo por una experiencia muy extraña, hace ya un buen tiempo. A pesar del tiempo, mi madurez y mi valor, ese recuerdo sigue en mí, y me atormenta solo con recordar. La cosa es la siguiente: Mi hermana solía tener un oso de peluche. Pero no cualquier oso de peluche. Éste daba miedo…. mucho miedo, bueno, al menos a mi sí. No sé por qué, pero simplemente me ponía nervioso verlo. Era negro. Negro como la ceniza. Su cara era blanca, pero no una cara linda y amigable, como la de un oso de peluche normal. La suya era muy real, tanto que parecía pertenecer a uno verdadero. Tenía unos ojos que eran inexpresivos, pero que guardaban cierta malicia.
Desde que se lo regalaron a mi hermana tenía un mal presentimiento (Ella apenas era una bebé, mientras que yo sólo tenía 4 años). En ese entonces teníamos un pero que comía de todo a su paso. Pedazos de plástico, botellas, en especial juguetes. Por esa razón, mi madre ponía el oso de peluche en un estante tipo esquinera en las escaleras para evitar que el perro intentara ingerir el regalo. Así que, cada vez que yo subía por las escaleras, mi mirada siempre se desviaba hacia arriba, hacia un punto exacto, donde mi terror se alojaba en las sombras, acechándome, esperando la oportunidad de que me diera media vuelta para subir y poder atacarme. Era un suplicio para mi seguir mi camino cuando deseaba subir.
Cada vez que subía, me sentía incómodo. Sentía algo en mí, algo pesado, que no me dejaba realizarme a gusto. Fue con el tiempo que descubrí la realidad: aquel oso me seguía. Sí, me seguía con la mirada. Sonará de locos, pero es verdad. Sentía como esos ojos penetraban en mí, como navajas, que provocaban mi tormento. ¿Cómo es posible que un simple muñeco de felpa pueda causarme tal terror? Algo raro sucedía.
Y esa no era la parte extraña. Lo extraño comenzó 5 años después. En ese entonces, mi hermana ya tenía alrededor de 6 y 7 años, mientras que yo ya tenía entre 9 y 10. A esa edad, mi hermana ya no le prestaba más atención a aquel oso (de hecho, casi nunca le interesó), así que mi madre decidió guardarlo en un juguetero, que compartíamos mi hermana y yo. El problema era que ese juguetero estaba en MI cuarto. A pesar de que no me agradaba la idea, acepté a regañadientes, para evitar un posible castigo. Aún así, no quería sentirme presa de esa cosa, así que comencé a dejar de tenerle miedo, para acabar con mis pesadillas.
En fin, los días pasaban y yo dejé ese recuerdo de lado. Parecía que mis temores desaparecían, y yo me sentía bien, me sentía valiente y poderoso. Casi me sentía listo para afrontar mis miedos… pero no estaba listo
Un día, entre mis distracciones, mi madre se dedicó a sacar los viejos peluches de la casa, pues ya nadie jugaba con ellos. Así que, buscando juguetes en el cuarto de mi hermana y el mío, encontró la dichosa juguetera, y se dispuso a vaciarla para encontrarse con algo que pudiese sacar. De aquel sitio, solo encontró un objeto. Un objeto que olvidó guardar, y lo dejó encima de la juguetera. Sí, era ese horrible oso. Yo no me enteré de eso, hasta que mi madre me comentó lo que había hecho. Lo dejé pasar, y con el pasar del día olvidé lo que me dijo.
Así que, aquella noche, arropado y acostado en mi cama, recordé lo que me había dicho. Me estremecí. Nunca pensé que esa cosa me seguiría hasta la privacidad de mi cuarto gracias a un descuido maternal. Pero me armé de valor y tomé mi almohada, la sacudí, la puse nuevamente en su sitio y puse mi cabeza encima de ella. Cuando me iba a tapar con las sábanas, vi algo que me hizo perder el aliento: El oso de peluche ya no estaba encima de la caja de juguetes… estaba en el suelo, sentado, viéndome fijamente  Me le quedé viendo por, al menos, 1 minuto. Estaba esperando su reacción, algún movimiento, algo que me convenciera de que eso no era normal. Fue entonces, cuando fui traicionado por mi organismo, y liberé un bostezo, que me hizo cerrar los ojos. Al abrirlos, vi al oso, pero esta vez más cerca de mi cama. Parecía que se acercaba. Miré a mi puerta, y comprobé que estaba cerrada. No había escape para mí ni para él. Durante esa distracción, perdí de vista el oso, y al regresar la mirada, noté que estaba al borde de mi cama. Casi me desmayo del terror. Retrocedí en mi cama, presa del pánico. No sabía que hacer. Entonces, parpadeé… ¡Y de pronto ya no estaba ahí! Miré a mi alrededor para comprobar que ya no estaba en ningún lugar. Aliviado, di un suspiro y recosté mi cabeza sobre mi almohada cerrando lo ojos. Todo había sido una pesadilla quizás, una ilusión, una sugestión. En ese momento no pensaba en nada más que en el alivio que eso provocaba para mí.
De pronto, abrí los ojos, y… ahí estaba él… en la cabecera, mirándome. Lancé un grito ahogado, y vi como el oso caía en dirección a mí.
Nunca volveré a ver un oso de peluche de la misma manera.

Después de todo lo sucedido, mi madre escondió el oso en su cuarto. La pesadilla terminaba. Unos par de años después, decidí ponerle final al terror que me persiguió durante años. Me dirigí hacia la chimenea y la encendí. Fui hacia el cuarto de mis padres, y, con un acto de valentía, lo agarré. Lo llevé escaleras abajo, y lo arrojé al fuego. Verlo en las flamas era gratificante. Su cuerpo de felpa se encendió rápidamente. Las llamas se avivaron y yo solo lo dejé consumirse poco a poco. Sus ojos y su nariz se derretían. Su rostro blanco dejaba de serlo y ahora era un negro, que con algo de tiempo dejó de ser lo que era antes. Todo desaparecía en el fuego, y con él mis temores. Ya no era su víctima, no más.
Mi vida después fue como la de cualquiera. La pubertad, la adolescencia, todo en mí cambiaba, y así quedaba olvidado el pasado. Viví y seguí mi rumbo como todos debemos hacerlo. Creo que, lo único que me espantó casi tanto como esa experiencia en mi infancia, fue una escena de la película Trainspotting, donde sale un bebé. No creo que pueda comparar esa escena con lo que viví, pero creo que fue lo suficientemente aterradora como para hacer que yo la compare con ella.
En fin, han pasado los años, y ahora tengo 19. Mi familia y yo nos mudamos, dejando atrás esa casa donde se alojaba mi miedo, mis pesadillas. Ahora que llegamos, sentí una profunda paz, que me hizo sentirme nuevo, con una oportunidad de dejar todo en el olvido, para vivir el ahora y no el ayer. A mi me tocó desempacar todo, y en estos momentos estoy colocando una esquinera en las escaleras. Estoy a punto de terminar. Reflexiono y me pongo a pensar como nuestros temores nos pueden atar, y nos pueden obsesionar, a tal grado de que podemos vivir con ellos, y de esta manera, no vivimos como deberíamos vivir. No hay nada que temer. Sí, el mal existe, pero nosotros debemos afrontarlo y dejarle en claro que él no nos va a inducir un terror que nos encadena a una vida de sufrimiento innecesario. Hay que vivir hasta el final, sin pensar que algo nos puede seguir hasta el final. Acaba con tus miedos, que ellos no pueden ser superiores a ti.

















Llevo en mis manos mi televisor, vaya que si está pesado.

Pero que es eso…
…¿tú otra vez?…
…tu no eres real, no, no, no lo eres…
…¿qué haces tú aquí, ahora, sentado, mirándome?…

El Juego de la ventana

Es extremadamente fácil de iniciar, aunque requiere un poco de tiempo y, como muchas cosas, es aleatorio. Solo hay que hacer una cosa para jugar, con una condición al hacerlo: Tienes que cerrar la ventana y las cortinas de tu cuarto, antes de acostarte, de la manera más cuidadosa y sospechosa posible. Con la condición de que sea a fin de mes. Eso es lo que atrae al "otro participante", pero es debido de informar que esto va a necesitar varios intentos, ya que no siempre se presenta a la primera, normalmente se presenta entre el intervalo de los 6 a 12 intentos... ¿Pero, cómo sabes si funcionó…y lo más importante, en qué consiste el juego? Sabrás si funciono cuando el juego comience, y eso, amigos míos, será cuando te despiertes. Y no despertarás de forma natural, sino que te despertarás algo mareado o intranquilo y, de repente, oirás un golpecito en la ventana. Vas a empezar a escuchar golpecitos en la ventana, al principio serán lentos y suaves, pero poco a poco serán más fuertes y constantes. Tú, como la otra parte del juego, tienes que jugar, y lo que tienes que hacer es muy simple, tienes que fingir que estás dormido. Aquí es donde las cosas se ponen interesantes, porque hay varias cosas que delatan a alguien que no esta dormido: se mueve mucho, no se tapan totalmente la cabeza con las sabanas, y lo más importante de todo, uno no duerme con los ojos abiertos. Tienes que fingir estar dormido sin, en ningún momento, abrir los ojos. Mientras tanto, lo que hay al otro lado, va a seguir golpeando la ventana, hasta que: habrá un punto en donde dejará de golpearla. ¡POR NADA DEL MUNDO TE DUERMAS! ¡Ni pienses que se ha acabado, es una trampa! Siempre lo hace, ¡te hace creer que ya se acabó, pero en realidad te quiere sorprender para que abras los ojos! El ente va a seguir tocando y golpeando la ventana, a cada instante, durante toda la noche. Habrá momentos en los que va a golpear tan fuerte que creerás que va a despertar a alguien, o va a romper la ventana. No sientas temor, estás protegido siempre que parezcas dormido. No pidas ayuda, nadie te podrá ayudar, estáis tu y esa cosa. El juego dura toda la noche, hasta que amanezca, sabrás si has ganado cuando veas la luz del sol salir por tu ventana. Esto, mis queridos amigos, es un juego que lo hacen los más osados buscadores de experiencias, es un juego que se ha hecho tan popular, que se comenta constantemente. Yo tengo un amigo, que encontró un foro donde hablaban de esto y decían haber participado en el juego. En lo que todos concuerdan nadie sabe que es lo que hay detrás de la ventana. Nadie sabe que le pasa a los que pierden el juego. Si deja de golpear la ventana durante la noche es una trampa.

Especial MiniCreepypastas

En este video encontramos una recopilacion de minicreepypastas


El Heladero

Es domingo, y te despiertas bien temprano para ir a recibirlo a la puerta, porque sabes que él es muy puntual. Apenas tienes cinco años y recién estás aprendiendo a leer y a escribir, pero aun así sabes que a las nueve en punto de la mañana él llega como todos los domingos. Y siempre viene. No eres la única que sabe que él vendrá; todos tus amiguitos del barrio también van a la puerta del jardín de sus respectivas casas y miran hacia donde empieza la calle, esperando que aparezca doblando en la esquina. Te levantas de la cama, te vistes tan rápido como puedes y corres a la cocina para desayunar. Te sientas en la mesa sin saludar al resto de la familia; pero no importa, ellos saben que todos los domingos por la mañana estás con la cabeza en otro lado. Tomas la leche con galletas sin despegar los ojos del reloj de la pared que marca las 8:55 a.m. Mejor apurarse, él es muy puntual. Él. El Sr. Polo. Tú y todos tus amiguitos lo llaman así. El Sr. Polo, el vendedor de los helados más ricos de todo el barrio. El hombre más simpático y divertido que cualquier chico podría llegar a querer. Los chicos lo quieren tanto como él a los chicos, y eso es porque no existe en el mundo heladero con sonrisa más radiante. ¿Qué es eso? ¡El motor! ¡Ese inconfundible motor! Escuchaste muchos motores en tu vida, pero el de la camioneta del Sr. Polo lo reconoces enseguida. Se te abren los ojos más de la cuenta y miras a tu mamá; ella te sonríe comprensivamente y te da un billete para que gastes. No dudas ni un segundo en tomarlo, guardarlo en tu bolsillo y salir corriendo al jardín. El día está radiante, desde la puerta se ve muy bien. Se abren las puertas de todas las casas… ¡ahí están tus amiguitos! ¡Todos, al igual que tú, miran sonriendo la esquina, esperando que aparezca la enorme camioneta blanca! Y todos se restriegan las manos, pegando saltitos, sonriendo. Estás nerviosa porque tienes miedo de que se agoten los helados. Sabes bien que el Sr. Polo tiene a montones, pero tienes miedo igual. Y el ruido del motor aumenta… aumenta… De pronto, ¡el sonido de las campanitas! ¡No hay sonido infantil más hermoso que ése! ¡Y empiezas a saltar cada vez más ansiosa porque las campanas también se acercan! Finalmente, ahí está. Por fin dobla en la esquina la enorme camioneta blanca, y tú y tus amigos empiezan a gritar de alegría. El Sr. Polo se ve a través del cristal con su rebosante y amable sonrisa, sacando la mano por la ventanilla para saludar a los nenes que comienzan a correr junto a la camioneta. Avanza unos metros y el vehículo se detiene. Antes de que el gordo heladero baje con su habitual uniforme blanco, ya tiene toda la camioneta rodeada de niños. ¡Y qué haces ahí parada! ¡Te vas a quedar sin lugar! Corres a la calle y te unes a la multitud de niños que no para de gritar, sacudiendo el dinero en las manos para ser los primeros en ser atendidos. Sacas el billete y te sumas a los gritos de saludo dedicados al Sr. Polo. Éste, sin dejar de saludar, empieza a trabajar, haciendo el mismo procedimiento que hace todos los domingos: abrir las diferentes puertas que tiene a los costados de la camioneta, tres de un lado y tres del otro. Ahí están esos maravillosos helados. Lo que para ti equivale a probar el elixir de la vida. Te pones en la fila mientras el Sr. Polo toma el dinero y abre la puerta correspondiente al helado que uno de los niños elije comer ese día. ¡El sonido de las puertas! CLAP, CLAP CLAP y el Sr. Polo aparece de nuevo por el otro lado de la camioneta. No deja de sonreír. Tu sonrisa también se ensancha cada vez más. La fila se reduce, y en cualquier momento será tu turno. Por todos lados ya se ubican los niños que recibieron su helado, hablando entre ellos, felices, disfrutando, saboreando. Exhibiendo sus hermosos helados de diferentes colores. Dentro de poco estarás igual que ellos. CLAP, CLAP, CLAP, el Sr. Polo abre y cierra puertas, sacando helados de diferentes tamaños, sabores y colores. Desaparece detrás de la camioneta para abrir las puertas del otro lado y aparece de nuevo. ¡Por fin! ¡Es tu turno! Con dedos temblorosos le entregas el billete al Sr. Polo, colocándolo en la enorme palma de su mano. Y sigue sonriendo; es increíble cómo se las arregla para mostrar cada uno de sus blancos y brillantes dientes. Señalas con tu dedito y elijes tu sabor. El Sr. Polo te da la espalda, abre la puerta y la vuelve a cerrar. Se da vuelta de nuevo para entregarte tu enorme helado, que miras con ojos abiertos como platos. Ni bien entra en contacto con tus manos, comienzas a disfrutar de ese maravilloso postre. Te haces a un lado, completamente feliz, para que tus amigos puedan ser atendidos. CLAP, CLAP CLAP, el heladero aparece y desaparece. Abriendo y cerrando puertas… Sólo que… ¿qué sucede? No puedes evitar notar que de las seis puertas, el Sr. Polo sólo abre cinco. La única que no abre es la que está justo enfrente de ti. El Sr. Polo siempre la pasa por alto; abre la de la izquierda y la de la derecha, pero la de en medio nunca la abre. ¿Por qué? ¿Qué clase de helados habrá ahí? Miras alrededor: al parecer eres la única que nota esa anormalidad. Todos los demás niños están ocupados con sus helados. Vuelves la mirada a esa puerta blanca. CLAP, CLAP, CLAP otra vez, el Sr. Polo aparece abriendo puertas y otra vez pasa por alto la del medio. Te invade la curiosidad. Te acercas poco a poco a la puerta, sin quitarle los ojos de encima. El Sr. Polo vuelve a desaparecer del otro lado de la camioneta, y te acercas más a la puerta. Expectante. Conteniendo la respiración. Es el momento, tienes que aprovechar la oportunidad. Sin pensarlo dos veces, tomas la fría manija y abres de un tirón. Por un momento sólo ves esa especie de humo frío que sale de las heladeras, y cuando desaparece, al cabo de unos segundos, observas el interior, esperando ver en la fría y blanca caja helados de todos colores. Pero no hay nada de eso. En su lugar, bien en el fono, está el cuerpecito de una niña con trenzas rubias y un vestidito azul, la piel blanca y fría como el mármol, y pedazos de hielo cubriéndola de pies a cabeza. Sus bracitos y piernas completamente rígidos. No puedes pensar, ni siquiera sabes qué significa esa imagen. Antes de poder formularte alguna pregunta, una mano enorme se apoya sobre la puerta y la cierra bruscamente. El Sr. Polo se inclina para estar a tu altura, te ve directo a los ojos y, sin dejar de sonreír, te dice algo que sólo tú puedes oír: “Esos no son para ti, esos son para mí".

La disucion

Lo lamento pero perdi el texto de esta historia :c



Los gemelos Marlow

1938, Parque Evergreen, Illinois, (a las afueras de Chicago). Billy y Stevie van en el asiento delantero junto a su mamá, Tammie, cuando su Ford Sedan se estrella con un Chrysler. Durante la colisión, los carros giran e impactan con dos vehículos adicionales. Tammie Harlow sobrevive, pero los muchachos salen disparados por el parabrisas del auto y mueren instantáneamente. 7o14 La nota roja del periódico local toma esta fotografía en donde un grupo de voluntarios trabajan frenéticamente para sacar a John Downing, el conductor del Chrysler. Parece que los pequeños Billy y Stevie se han quedado un rato más, a mirar.


La ultima Foto de Charlie Noonan

Charlie Noonan era una persona interesada en el folclor del país que viajaba a través del sur y sureste de los Estados Unidos durante los primeros años del siglo 20, recolectando historias y cuentos sobrenaturales. Según su esposa, Ellie, a Charlie un granjero le contó una historia un día en Oklahoma a cerca de una mujer extraña que vivía sola y aislada en una propiedad en un callejón estrecho. El granjero decía que la mujer no era una mujer, mas bien era algo mas, algo que escondía su verdadera naturaleza bajo su manto y que siempre era vista con un gran perro junto a ella. Noonan estaba intrigado por esta historia, lo suficiente para tratar de buscar a la mujer durante uno de sus viajes. El nunca fue visto otra vez. Ellie Noonan (su esposa, ahora viuda) fue contactada tiempo después por un prestamista de Tulsa quien recordó haber leído acerca de la desaparición de su esposo, después de haber encontrado su nombre grabado en una cámara que le fue vendida por un vendedor ambulante. El prestamista regreso la cámara y así la señora Noonan tomo el rollo para revelarlo con esperanza encontrar una pista de lo que le paso a su esposo. Solo había una foto en el rollo.

Lamentablemente la ubicación de la propiedad ni el nombre del granjero estaban en las notas de Charlie Noonan.

 Esta es la imagen encontrrada

La mujer del horno

Durante el verano de 1983, en una ciudad tranquila, cerca de Minneapolis, Minnesota, el cuerpo carbonizado de una mujer fue encontrado dentro de la estufa de la cocina de una granja pequeña. Una cámara de vídeo también se encontró en la cocina, de pie sobre un trípode y apuntando al horno. Ninguna cinta fue encontrada dentro de la cámara en el momento. Aunque la escena fue etiquetada originalmente como un homicidio por la policía, una cinta VHS sin marcar fue descubierta más tarde en el fondo del pozo de la finca (que al parecer se había secado hasta principios de ese año). A pesar de su condición usada, y el hecho de que no contiene audio, la policía todavía puede ver el contenido de la cinta. Se mostraba a una mujer a sí misma frente a la grabación de una cámara de vídeo (al parecer con la misma cámara que la policía encontró en la cocina). Después de colocar la cámara para incluir tanto a ella como a su estufa de la cocina en la imagen, la cinta mostró a la mujer encender el horno, abrir la puerta, y arrastrarse al interior, a continuación, cerro la puerta detrás de ella. Ocho minutos en el vídeo, el horno puede ser visto sacudido violentamente, tras lo cual se podía ver el espeso humo negro salir de la estufa. La cámara siguió filmando al horno durante otros 45 minutos hasta que las baterías al parecer se acabaron. Para evitar molestar a la comunidad local, la policía nunca publicó ninguna información sobre la cinta, o incluso el hecho de que se encontró. La policía tampoco fue capaz de determinar quién puso la cinta en el pozo. O por qué la mujer que se ve en la cinta era mucho más pequeña que la encontrada dentro de la estufa…
 

viernes, 21 de noviembre de 2014

Querida abby

Nunca antes nos habíamos conocido, así que tal vez esto te parezca un poco raro, pero siento que es necesario. Mi nombre es Jay, para empezar. Trabajo en la caja cinco del supermercado de la Calle 67 —¿conoces el que tiene un estacionamiento demasiado grande para la tienda en sí? Ése mismo—. Tengo veinticuatro años, bastante alto y con un aspecto un poco desaliñado. Probablemente no me reconocerías si te hablase, no tengo una cara muy memorable. Je, realmente no sé por qué te estoy diciendo esto si te soy sincero… pero esta no es la razón por la cual te escribo.
Estaba trabajando hasta tarde ayer, fue un día normal la mayor parte del tiempo, pero estarías impresionada de saber lo interesante que este empleo puede ser a veces. Había estado leyendo un libro que mi compañero de la caja siguiente dejó olvidado. Una muy mala novela de misterio llena de clichés. Realmente aburrido si me preguntas. Pero, algo es algo supongo. Cuando te presentaste, sin embargo, mi noche entera cambió. No sé exactamente qué fue lo que llamó mi atención de ti, pero cuando te vi sentí una extraña sensación. Una mezcla entre la excitación y el terror, que sería la mejor manera en la que puedo describirla. Te vi entrar en mi línea y rápidamente me incorporé. Fue sólo en lo que te acercabas cuando me di cuenta de eso que me llamó la atención… eras totalmente hermosa. Te me pusiste en frente, dijiste «Hola» y me diste tu carrito. Pude notar por la forma en que hablabas y caminabas que no habías dormido muy bien, aunque no era extraño teniendo en cuenta la hora. Después de un segundo o dos de silencio incómodo, me percaté de que me habías saludado, y forcé un casual «H-Hola» para responderte. Me maldije mentalmente por eso.
Me quedé en mi lugar por un segundo, tratando de concentrarme. «¿Cuál es tu nombre?», dije. Un poco más tarde me di cuenta de lo raro que eso te podría haber sonado… Me alegro de haberlo hecho, de todos modos. Recuerdo que dijiste que te llamabas Abigail Marrot, pero que podía decirte Abby, ya que era tu nombre de pila. Abby, parecía encajar tan perfectamente. El nombre pareció rodar fuera de mi lengua mientras lo repetía en silencio. Era como miel dulce, se sentía bien con tan sólo decirlo. Parecías perpleja cuando te volví a ver, y me pregunté si había hecho algo que te hubiese molestado. «¿No deberías estar empacándolos?», dijiste, y apuntaste hacia los productos que pensabas comprar. De inmediato, sorprendido y avergonzado, me volteé en tu dirección y me disculpé, para luego empezar a guardar torpemente los productos en las bolsas lo más rápido que podía. No lo creía, ¿que tan estúpido era? Pero cuando vi arriba, me di cuenta de que estabas riéndote.
«Eres muy lindo», dijiste. Traté de mantener la compostura, pero estaba obviamente emocionado. «Tú también lo eres», dije, mientras acababa de llenar las bolsas con los alimentos que sobraban. A medida que te ibas, te diste la vuelta cuando abrías la puerta y dijiste «Buenas noches». Me imagino que parezco muy estúpido escribiendo todas estas cosas, probablemente lo recuerdas, quiero decir, pasó ayer. Pero me fui a casa estático esa noche y con toda la confianza del mundo. Siento que es casi irreal, escribiéndolo aquí.
De cualquier forma, quería escribir esta carta Abby, para decirte que te amo. No sé qué fue lo que sentí esa noche, fue una mezcla rara de emociones. Pero de lo que estoy seguro es que en esa pequeña interacción que tuvimos, sentí que había algo entre nosotros.
Te haré llegar esta carta en breve.
Atentamente, Jay.

Querida Abby,
Ha pasado una semana desde que te mandé mi carta y todavía no he recibido ninguna respuesta, pero eso no importa. ¿Cómo has estado? Mi vida ha estado igual de normal que siempre, levantarse, ir a trabajar, ir a la cama. Vivo en un departamento de mierda, pero supongo que eso es lo que consigues cuando trabajas de cajero en un supermercado. Pensé en ti demasiado últimamente, y a veces me pregunto si sigues recordándome.
Te vi de nuevo hoy en el trabajo, esta vez a una hora más razonable, por suerte. Viniste a mi línea de nuevo, lo que me hizo quedar totalmente encantado. Ahora estaba menos nervioso, iba a actuar normalmente, no importa qué dijeses o hicieses. Mientras caminabas hacia mí murmuraste algo tan silenciosamente que no pude entenderlo, y esperaste en el final de la barra a que guardase tus productos… Esto evidentemente no era lo que esperaba, pero tampoco era tan malo. De hecho, no parecías sentir nada en absoluto. Estaba esperando que me hablases o evitases como si tuviese la peste, pero seguiste tu camino como si yo fuese cualquier extraño. Esto me hace dudar de si recibiste mi carta, quizá deberías chequear tu buzón más a menudo.
Poco después de que terminase de empacar tus cosas, pagaste y caminaste hacia la salida. Claro, éste es un proceso muy normal para mí ya que lo hago 50 veces al día, pero me había determinado desde la noche que te escribí mi primera carta a socializar más contigo la próxima vez que te viese. No estaba satisfecho, tenía que lograr un progreso. Hay un pequeño cuarto en el extremo izquierdo opuesto a la entrada del supermercado, designado para el personal. Allí guardan todo el contenido tomado por las cámaras de seguridad, acerca del cual el personal hemos sido instruidos en nuestra inducción. Para mi suerte, hay una cámara situada justo al lado de mi línea.
Esperé a que el supermercado cerrase, y después entré. Tras inspeccionar algunas pantallas de televisión encontré la que daba vista de mi línea. Y luego de unos minutos de escanear, te encontré. Di pausa en el mejor ángulo que pude captar. Verte por tanto tiempo me hizo darme cuenta de lo perfecta que eras; cada rasgo de tu cuerpo, tu pelo, tu cara, tus piernas… Tu pecho, era simplemente perfección. Puse en reversa la toma de cuando pasaste por mi línea un par de veces, no podía evitarlo. Mis ojos estaban perdidos en la pantalla.
Después de algunos minutos de consideración, saqué la cinta, la puse en mi bolsillo, y volví a mi casa. Sabía que no estaba permitido, bien podía ser despedido por tales acciones, pero no podía evitarlo, Abby, te amo. Amo todo sobre ti. Pienso constantemente en ti. ¿Sientes lo mismo por mí, Abby?
Por favor, escríbeme de vuelta pronto.
Sinceramente, Jay.

Querida Abby,
Ya pasaron tres días y todavía no obtengo una respuesta. ¿Por qué no quieres hablarme? Sigo dudando de si te llegaron mis otras dos cartas, por favor dime si te llegaron.
Así que me han despedido, encontraron la cinta que faltaba. Recibí una llamada del jefe de la tienda a las seis de la mañana del lunes y me dijo que debía ir inmediatamente. Me convocó a una junta obligatoria para todo el personal. Cuando llegué, la mayoría se hallaban reunidos alrededor de una mesa con mi jefe a la cabeza de ésta. Una vez que no faltaba nadie nos dijo que se había producido un robo ayer, nos habían robado cerca de dos mil dólares en mercancías y las pruebas estaban en la cinta que había tomado… Sólo mi suerte. Nos dijo que nadie iba a salir de la habitación hasta que alguien confesase. Después de algunos minutos, finalmente cedí. Le conté todo, cómo me sentía sobre que tú y yo tuviésemos una conexión. Luego de contar mi historia, todos en la sala me veían asombrados. Esperé. De pronto, mi jefe rompió la tensión. «Jay, estás despedido. Vete y no vuelvas jamás», dijo.
Ese maldito idiota, siempre me trató como mierda. Ha estado sobre mis talones desde el día que me dieron el trabajo, juro que estaba esperando que cometiese algún descuido para poder justificar despedirme. Y la única vez que tengo un desliz se entera. ¿Por qué no me comprende? ¿Acaso no entiende que estamos hechos el uno para el otro? Cualquier hombre hubiese entendido, cualquiera en mi puesto hubiese hecho lo mismo, ¿verdad?
Te he estado buscando mucho últimamente, sin trabajo tengo todo el tiempo del mundo para aprender cosas sobre ti. Hoy conduje hacía tu departamento, se ve muy bien, mucho mejor que el mío. ¿Sabías que vives a sólo kilómetro y medio de mi edificio? Pregunté para verte muchas veces, pero me dijeron que no pasabas ahí todo el tiempo. Me sentía más y más desanimado, pero estaba decidido a verte de nuevo.
Después de unas horas de preguntar, opté por quedarme en el estacionamiento esperando a que vinieses, y después de varias horas esperando lo hiciste. Era tarde por la noche, creo que alrededor de las nueve. Te vi parquear tu coche y salir. Sentí una oleada de calor al ver tu cara de nuevo, sé que tengo la cinta para verte pero no se compara con verte en vida real. Me aseguré de grabarlo para más tarde cuando esté en mi casa, esta vez con una cámara de muy buena calidad. Quería capturar tantos detalles como fuesen posibles, no tenía idea de cuándo sería la próxima vez en que te vería y la cinta ya no era suficiente para mí.
No puedo sacarte de mi cabeza nunca más, nunca. Todo lo que hago es ver ese video que grabé de ti una y otra vez. Abby, quiero que estés conmigo siempre. Quiero despertarme en las mañanas y tenerte a mi lado.
No puedo esperar a verte de nuevo.
Con amor, Jay.

Querida Abby,
Tengo noticias muy emocionantes Abby, ¡me estoy mudando a tu departamento! ¿No estás emocionada? Podremos pasar horas y horas juntos, va a ser simplemente perfecto.
Déjame explicar, mi trabajo pagaba sólo lo suficiente como para que pudiese cancelar la mensualidad del alquiler y comprar alimentos cada semana. Debido a esto, he tenido poco o ningún dinero en mis ahorros, no estaba en condiciones de durar mucho más. Fui capaz de postergarlo algunos días, pero hoy fui desahuciado. Aunque me aseguré de traer conmigo mis cintas de ti y fotografías, y mi cámara por supuesto.
Realmente deberías decirle a tu casero que mejore su personal, pude pasar a los de seguridad fácilmente. Subí a tu habitación y toqué la puerta, pero nadie contestó, así que decidí entrar por otros medios. Me di cuenta de que hay un conducto de ventilación en la esquina inferior de tu habitación; no es raro teniendo en cuenta el calor que puede hacer aquí en verano. Supuse que tenía que haber algún tipo de escotilla por la que pudiese meterme. Después de algunos minutos de buscar, encontré una puerta al final de tu pasillo que se veía como un cuarto para el personal, y por suerte había una forma de entrar a los conductos desde ahí.
Me arrastré a lo largo de ellos hasta llegar a tu cuarto, era muy estrecho y era también muy difícil moverse por ahí, pero me las arreglé. Cuando llegué, sentí una oleada de éxito. Como las luces estaban apagadas y no alcancé a verte comprobé que no estabas en casa, pero soy paciente. Recorrí con la mirada todos los rincones de tu habitación, tratando de memorizar cada detalle. Tu olor me abrumó cada instante que pasé ahí, el cual había percibido las dos veces que viniste a mi línea en la tienda, pero nunca tan intensamente. Fue fascinante, no pude poner mi dedo en ello, pero me recordaba a algo, era casi como melocotones. Me he condicionado a ser extremadamente paciente, así que te esperé por horas. Puedo permanecer inmóvil por varias horas consecutivas, sin mover un músculo; nadie iba a fijarse en mí.
Entonces, finalmente llegaste a casa. Sentí una amplia sonrisa formarse en mi cara al segundo en el que oí la puerta abrirse. Allí estabas, mi amor. En ningún momento advertiste mi presencia, la luz en tu habitación parecía estar en el ángulo indicado para que no vieses nada en la rendija de la ventilación más allá de los primeros centímetros. Traté de contener mi excitación, pero empecé a respirar muy pesadamente. Traté de ocultarlo lo mejor que pude pero me fue difícil… De repente miraste directo a la rendija. Me silencié completamente. Después de unos segundos parecía que habías perdido el interés, eso me hizo sonreír. Este era el lugar perfecto.
Pude notar que te había incomodado sin embargo, durante toda la noche te levantabas para dar una mirada a la rendija. Las personas parecen tener un sentido que les hace saber si alguien está observándolas, puede llevarlas a tener un ataque de pánico. No trates de fingirlo Abby, puedo darme cuenta de cuando alguien está despierto, de cuando está tan asustado que se le hace imposible dormir. ¿Por qué estás tan asustada, en todo caso? Soy yo, ¿por qué te asustaría? Sabes que te amo. Lo sabes, ¿cierto?
Estoy ansioso por pasar todos los días contigo de ahora en adelante Abby; escribe de vuelta si puedes.
Con amor, Jay.

Querida Abby,
Te he visto despertar esta mañana, yo no pegué un ojo en toda la noche. Eres demasiado apasionante, me pasé la noche entera mirándote. No pude evitarlo… cada vez que intentaba apartar la mirada, mis ojos se dirigían de vuelta hacia ti en unos segundos. Tuve la tentación de salir para tener una mejor vista de ti varias veces en la noche, pero me resistí. No podía dejar que me descubrieses, no por ahora al menos.
Me pareció que te pasaste demasiado tiempo en el baño por la mañana, asumí que dándote una ducha o poniéndote maquillaje. No, ¿por qué harías eso Abby? Cualquier cosa que pueda cambiar tu aspecto natural sólo ocultaría tu verdadera belleza. ¿No quieres que todos vean lo que yo veo de ti?
Te marchaste poco después a trabajar, o eso creo. Tras reflexionarlo un momento, decidí salir del conducto. Deslicé mi mano por una de las rendijas y saqué los tornillos. La superficie de la rendija era muy lisa, así que fue fácil encontrarlos. Agarré uno y lo retorcí tanto como pude, y finalmente lo pude sacar. Hice esto con los otros y retiré la rendija.
La primera cosa que hice fue ir al baño. Me deshice de todo lo que pudieses usar para cubrir tu cara, esas cosas me repugnan. De esta forma todos verían cómo eres realmente. También encontré algo más ahí, tu cepillo para el cabello. Lo agarré y lo atraje a mi cara para examinarlo; era de un azul apagado, con un mango redondo de mucho espesor. Pero eso no me interesaba, los cabellos… eso era lo que me interesaba. Me tomé unos minutos sacando todos los que podía ver, y los alineé en tu repisa. Los conté, obtuve 59. Esto me satisfizo enormemente; los recogí y los guardé en mi bolsillo.
Pasé el resto del día revisando tus cosas para aprender más sobre ti, tus intereses y tal. Veo que eres una gran fanática de las películas. Encontré tu colección detrás de tu armario, tengo que admitir que es muy impresionante. Pero he encontrado algo allí que me hizo enfadar, una foto tuya con otro hombre. Me desgradó tan sólo mirarlo, abrazándote cómo si le pertenecieses. No te hará falta.
A eso de las ocho de la noche me pareció que lo mejor sería regresar al conducto de la ventilación, siempre sueles llegar a esa hora… Luego tuve otra idea. Miré hacia tu cama, las mantas estaban colgando por lo bajo, lo suficiente como para rozar el suelo. Así no podrías ver bajo la cama, a menos que las acomodases. Primero puse la rendija en su lugar, y luego me deslicé por debajo de tu cama con una sonrisa en mi cara. Cuando volviste estabas completamente pálida, y me di cuenta de que venías con alguien más. Te decía que escuchó ruidos venir de tu apartamento mientras no estabas. Me grité a mí mismo mentalmente, debía de ser más cuidadoso. Ir bajo la cama había sido una buena idea después de todo, ya que, obviamente, tu primer idea fue ir a ver por la rendija. Agradeciste a la persona y se fue. Por fin, estábamos a solas.
Aguardé en silencio hasta que te fuiste a la cama, me pareció una eternidad hasta que lo hiciste. Esa noche sería mi oportunidad de tenerte más cerca; pero fui cauteloso, esperé hasta que estuvieses profundamente dormida, y sólo entonces me deslicé fuera de la cama. Y te vi ahí postrada, te veías increíble. Cada curva de tu cuerpo era perfecta, cada pequeño detalle era hermoso. Te acerqué mi mano y empecé a acariciarte la cara, era tan suave como la seda. Estaba muy excitado, tu belleza era abrumadora. Poco a poco me bajé el pantalón y empecé a tocarme, traté de controlarme para no despertarte, pero me fue imposible. Sentía el más puro éxtasis, todo sobre ti era perfecto.
Regresé a mi lugar poco antes de que amaneciera. Me aseguré de prestar atención estos días, no viste mi carta más reciente Abby, simplemente no debes de chequear tu buzón. Haré un cambio, voy a dejar ésta en tu repisa.
Ah, me olvidé, estoy preparándote una sorpresa. Fíjate en tu armario después de leer esto.
Tuyo siempre, Jay.

Querida Abby,
Hoy pasé mi tiempo dándole los toques finales a tu sorpresa mientras estabas en el trabajo, realmente vas a amarlo. He puesto todo mi esfuerzo en ello, ¿sabes? Llegaste a casa a las ocho treinta de nuevo, y viste mi carta casi inmediatamente. Empecé a sonreír mientras la abrías, esperando a ver tu reacción. Te veías confundida al principio, después alarmada, y finalmente horrorizada. Empezaste a temblar violentamente y vi que empezabas a llorar… ¿No te gusto, Abby? ¿Por qué llorabas? ¿No me amas? ¿NO ME AMAS ABBY?
Todo lo que pasó después de eso fue un borrón. Volteaste al armario sin dejar de sollozar, como contemplando la opción de abrirlo o no. En su lugar, pasaste corriendo entre el armario y la puerta. Cuando volviste tenías todas mis cartas, que no tardaste en leer… bueno. En algún momento parecía que ibas a romperte y a hacerte un ovillo en el suelo. Estabas desesperada por decir algo, pero totalmente paralizada por el miedo. Después de unos diez minutos, te vi mirar bajo la cama, en el conducto de la ventilación, en cualquier lugar en el que pudiese estar. Verás, Abby, soy más inteligente que eso. Sabía que ibas a buscarme en esos lugares, así que encontré un mejor lugar después de terminar tu sorpresa. Nunca me encontrarás aquí, nadie lo hará. ¿No es genial? Puedo observarte para siempre y no hay nada que tú u otros puedan hacer.
Aunque, todavía no viste tu sorpresa Abby. Sé que aún seguías pensando en ello, te vi mirar al armario repetidamente. ¿Qué podría haber ahí? ¿Qué ibas a encontrar? Esto no podía durar para siempre, tú y yo lo sabíamos. Vi que caminabas lentamente hacia el armario buscando a tientas el mango para abrirlo. De súbito, lo agarraste firmemente y lo abriste.
Era un libro de recuerdos, de ti y de mí. Te vi pasar las páginas, parecías sorprendida. Nos saqué fotos juntos cuando no estabas mirando, fotos de ti durmiendo, fotos de ti en la computadora; esparcí los cabellos que coleccioné en él. También pegué fotografías de parejas juntos, con nuestros rostros, por supuesto. Y la fotografía de ti y ese estúpido al fondo, con su cabeza desgarrada. ¿No terminas de entenderlo, verdad, Abby? Nadie, NADIE puede tenerte excepto yo. Estamos hechos el uno para el otro, y para nadie más.
Te vi llorar por otros treinta minutos, y luego te paraste y corriste fuera de tu departamento. Volviste con muchos policías. Eso me desconcertó. ¿Por qué traerías a esas personas a nuestro cuarto? Ellos nunca me encontrarán, pero si lo hiciesen podrían arruinar todo. Todo mi trabajo en las últimas semanas sería en vano. Tú no quieres eso, Abby.
Estoy exhausto por el trabajo de hoy, y por más que te ame, necesito dormir.
Buenas noches Abby.
Con amor, Jay.

Querida Abby,
¿Ves lo que has hecho Abby? ¿VES LO QUE HAS HECHO? Me desperté a las ocho de la mañana y te vi haciendo tus maletas frenéticamente; estaba confundido al principio, pero luego entendí. Me estabas dejando. Ya no me amabas. ¿Cómo pudiste hacerme esto, Abby? Fuiste la única persona a quien quise en toda mi vida. No tenía una razón para vivir, pero cuando te conocí tuve un último deje de esperanza. Pensé que al fin tenía un propósito para continuar con mi vida de mierda. Y fuiste y tiraste todo eso por la borda. ¡¿Cómo pudiste Abby?!
Unos segundos después saliste de tu habitación. Yo salí de mi escondite y te seguí. Vi que arrojaste tus maletas en el baúl y te disponías a entrar a tu coche. ¿En serio creías que podrías librarte de mí Abby? No iba a dejar que te alejases, nunca dejaría que eso pasase. Tuve que golpear tu cabeza y noquearte para que detuvieras tu escándalo.
Estaba preparado en caso de que reaccionaras así. Reservé uno de los depósitos en las afueras de la ciudad el día en que decidí mudarme contigo. Nos llevé con tu auto hasta allí, te agarré y te traje dentro conmigo. Me tomó poco tiempo así que seguías inconsciente, me aseguré de revisar en tus bolsillos que no tuvieses tu celular. Te senté en la parte de atrás del pequeño cuarto y cerré la puerta. Llamé al propietario y le dije que había visitado mi depósito la otra vez y me había olvidado de cerrarlo, y le pregunté si no le molestaría cerrarlo por mí. Por supuesto, él dijo que sí y colgué. Luego tiré el celular en el suelo y lo pisoteé, para asegurarme de que nunca más funcionase. Poco después lo escuché venir y cerrar la puerta.
Alrededor de una hora más tarde, vi que empezabas a despertarte. La primera vez escuché un quejido muy débil, luego tu pierna empezó a moverse. Un poco después estabas completamente despierta. Cuando viste mi cara, empezaste a gritar, lo que luego disminuiste a un gemido, y luego a un murmullo. Ahí fue cuando lo viste, la otra cosa en el cuarto. Mi cuchillo. Era obvio qué hacía aquí, y después de un segundo de entendimiento te precipitaste a recogerlo.
Vi la muerte en tus ojos y dije «Abby, te amo»… y luego sentí el dolor punzante del cuchillo siendo introducido en mi cuerpo. Creo que lo sacaste y lo clavaste de nuevo con mucha fuerza. Pude sentirlo en cada momento, como un fuego ardiente en mi pecho. Caí en el suelo, riendo mientras tosía sangre. Te vi retroceder, temblando, y sentarte de nuevo en tu rincón.
Y ahora, mientras me siento sobre un charco de mi propia sangre escribiendo esto, me pregunto cómo saldrás. ¿Usarás el cuchillo para tomar tu propia vida? ¿O vas a dejar que el hambre te mate? De cualquier manera, estaremos juntos en la muerte Abby. Juntos desde el día en que te vi, hasta el día que ambos morimos. Y mientras estás sentada ahí, llorando, puedo decirte que llegué a una conclusión. Abby, esto es todo lo que quería, y por eso quiero decirte gracias.
Con amor, Jay.

PAWEL

Tenía 7 años cuando conocí a Pawel. Se apareció de pronto, estaba sentado en el pasto mirando a la nada cuando camino frente a mí, se quedó parado sin hacer nada.

Era un día nublado, mi familia había ido al hospital ya que mi hermana tuvo un accidente en las escaleras.

Rara vez aparecía. No había visto su cara, siempre llevaba una máscara, tampoco lo escuché hablar, cuando le pregunté su nombre, él dibujo con el dedo las letras de su nombre en el vidrio.

Pero...Nunca me agradó mucho su compañía, era tenebroso. Solo se paraba ahí y me observaba por mucho tiempo, solo se iba cuando escuchaba a alguien de mi familia acercarse. Lo peor de todo es que siempre que aparecía ocurría alguna desgracia.

Mi madre quedó en silla de ruedas, mi hermana se fracturó un brazo y mi padre quedó en coma. Y solo con mi familia. Muchos de mis amigos habían tenido terribles accidentes.

La última vez que apareció en mi casa, me acerque a él. Estaba en mi habitación.

-No quiero que vuelvas, ya has hecho demasiado daño-.

Le dije algo molesto, pero una vibración en mi voz dejó notar el miedo. Hubo un momento de silencio.

-Solo faltas tú.

Al decir esto, estiro sus brazos en dirección a mí y me empujó por la ventana. Al momento en que caía se quitó la máscara, pude notar una cara destrozada, sangrante.

Golpee el piso bruscamente, fracturé muchos de mis huesos y los vidrios saltaron sobre mí. Tuvieron que operarme. Esa noche, Pawel apareció nuevamente frente a mi cama.

-¿Q-que quieres...?-.

Me senté rápidamente, moría de miedo. Lentamente se fue acercando a mí, cuando estuvo lo suficientemente cerca, levantó un espejo que sostenía en su mano y lo posicionó frente a mí.

En ese momento me di cuenta de que mi cara era una replica exacta del rostro de Pawel.

EL ES PAWEL


El Vacio

Los rumores dicen que durante cada noche de los muertos vivientes entre las 2:00 y 5:00, se abre un vació en el tiempo y en el espacio.
Tienes que permanecer en un cuarto completamente oscuro donde hay un espejo y con tu mirada bien fija hacia donde tú sepas que está ese espejo. 
Si lo hiciste bien, notaras un frió muy pavoroso recorriéndote todo el cuerpo a la vez que de manera muy lenta se materializa la imagen de un niño sin piel y con las órbitas de los ojos completamente vacías.
Este niño te va a hacer 5 preguntas muy específicas sobre tu vida y debes contestarlas correctamente o de lo contrario por cada pregunta que contestes mal, uno de tus 5 sentidos se va a evaporar y se perderá para siempre.
Sin embargo por cada pregunta que contestes bien  tendrás el derecho a decir el nombre de una persona que odies o que simplemente te caiga mal, a la mañana siguiente esta persona va a aparecer sin piel y con las órbitas de los ojos vacíos.
Es un crimen perfecto porque la policía no podrá atraparte nunca y no le tienes que rendir cuentas a nadie.
PERO TU DECIDES SI VALE LA PENA CORRER ESE RIESGO O NO.


El Lago Bodom

Junio de 1960. Lago Bodom, en Finlandia, muy cerca de la capital Helsinki.

Un buen día, cuatro jóvenes (dos chicos de dieciocho años y dos chicas de quince) decidieron ir a pasar una noche al camping que se encontraba alrededor del lago Bodom. Esa noche sería la última para tres de ellos.

Durante la noche el grupo es atacado por un misterioso personage que ataca al grupo entero. Uno de los chicos, Nils Gustafsson, logra escapar, aunque con mucha dificultad, de la tienda de campaña mientras que sus amigos estaban siendo masacrados. Corrió hasta a pedir ayuda pero ya era tarde. Nils contó a la policía que el hombre que les atacó tenía una luz roja en sus ojos.

El asesino del grupo seensaño con ellos y los mató con una violencia salvaje, ya que los cuerpos fueron reencontrados en lo más hondo del lago, cortados en pedazos. La autopsia reveló que sólo una gran espada o una gran hacha habría podido causar tales cortes en tan poco tiempo. Nils Gustafsson mantuvo un mutismo casi abusivo durante más de un año debido al trauma.

Finalmente, Nils contó que era la misma muerte la que había venido para buscarlos. Nadie pudo desmentir o confirmar sus declaraciones ya que estos chicos eran los únicos que estaban presentes en los alrededores en el momento de los hechos. Fue acusado del homicidio de sus amigos pero fue declarado inocente por falta de pruebas.

Actualmente casi no sabemos nada del crimen ni del asesino: ¿Con qué arma actuó el asesino? ¿Quién era? ¿Por qué lo hizo?¿Tenía verdaderamente una luz roja en sus ojos? El mystere sigue sin resolverse...




VIDEOS DE TERROR

Esto es una recopilación de algunos videos de terror encontrados por internet



Feliz aniversario

ACABABAN DE ACOSTARSE Y ESTABAN MUY FELICES.
Como era costumbre, ella se dió la vuelta y dejó que él la abrazara por detrás.
Quedaron así durante unos minutos, exhaustos y sudorosos en la oscuridad. El reloj digital sobre la mesita de luz marcaba las dos y cuarto de la madrugada.
-Feliz primer aniversario, amor.- Le dijo él, al tiempo que sentía que comenzaba a sumergirse en el sueño.
No obtuvo respuesta; pensó que su mujer ya estaba dormida. Quiso besarle el cuello, donde sabía que ella sentía cosquillas, pero no pudo hacerlo: allí no había ningún cuello.
Ella le estaba dando la espalda en la oscuridad, podía sentir la firmeza de sus muslos y la piel lisa de la espalda, pero acababa de besar a su esposa en los labios. Era imposible. Eso quería decir que su mujer tenía la cabeza girada en un ángulo inhumano, mirando directamente hacia él.
Él se incorporó con rapidez y buscó a tientas la lámpara, pero sus dedos no acertaban con la perilla. Al mismo tiempo escuchó que ella a su lado se removía, que emitía una serie de borboteos, como si se estuviera ahogando en un líquido aceitoso. Y luego una risa.
Una risa diabólica, desquiciada, que parecía surgir de las profundidades de un pozo.
-Feliz primer aniversario, amor.- Dijo ella, sólo que no era su voz, era la voz del demonio.
Por fin él encendió la luz, miró, y comenzó a gritar...